Durante el seguimiento ambiental del año pasado en la comarca de La Sagra (Toledo), se documentó la primera evidencia científica del uso regular del corredor ecológico por parte de un individuo de zorro común (Vulpes vulpes). Este hallazgo, registrado mediante metodología de fototrampeo y análisis de huellas, constituye una validación empírica del diseño y la efectividad de esta infraestructura verde. La presencia estable de un mesodepredador como el zorro es un bioindicador sólido de que el corredor está cumpliendo su función ecológica primaria: conectar hábitats fragmentados y facilitar el movimiento seguro de la fauna.
La importancia de este hallazgo reside en el papel ecológico clave del zorro como especie paraguas y especie clave. Su uso del corredor beneficia a su propia población y de manera indirecta protege a otras especies de menor tamaño y regula las dinámicas tróficas de la zona. Por ejemplo, su movimiento favorece la dispersión de semillas y ejerce un control natural sobre poblaciones de herbívoros como el conejo (Oryctolagus cuniculus), base fundamental de su dieta. El corredor actúa como un escenario de procesos ecológicos esenciales, más allá de ser una mera franja de vegetación.
Las condiciones climáticas del presente año, particularmente la mayor biodisponibilidad hídrica registrada en la zona, permiten ser optimistas respecto a la monitorización en curso. Se prevé, por tanto, un posible incremento en la abundancia de presas como el conejo y, en consecuencia, una mayor frecuencia de uso del corredor por parte del zorro. Además, existe la probabilida de que la conectividad y los recursos mejorados atraigan a otros mamíferos de mediano y gran tamaño, cuyos movimientos podrían ser detectados por primera vez. El proyecto entra así en una fase crucial para evaluar la capacidad del corredor de favorecer una comunidad faunística más diversa y resiliente en el entorno agrícola de La Sagra.
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